CRECE EN EEUU EL RECHAZO A LA REFORMA EDUCATIVA DEL
CLUB DE LOS MILLONARIOS. LUEGO DE 10 AÑOS DE APLICARLOS, LOS EXÁMENES
ESTANDARIZADOS NO AYUDAN
David Brooks.
La Jornada. 10 de febrero de 2013, p. 33
De Seattle a Texas, de Nueva York a
Chicago, brotan rebeliones de maestros, padres de familia y hasta autoridades
locales contra la imposición de los exámenes estandarizados impulsados por las
llamadas reformas a la educación pública promovidas por algunos de los hombres
más ricos del país y políticos de ambos partidos.
Los maestros
de la Garfield High School, una preparatoria pública, anunciaron un ¡ya basta!
al declarar que simplemente no administrarán los exámenes estandarizados
obligatorios conocidos como medidas de progreso académico.
Según la ex
secretaria asistente de Educación de Estados Unidos Diane Ravitch, la crítica y
autora más influyente de las reformas
promovidas por quienes ella denomina el club de multimillonarios –entre ellos
Bill Gates, la familia Walton (de Walmart), Mark Zuckerberg y Eli Broad,
con más de una década de exámenes estandarizados se tiene que admitir que no
ayudan.
Los maestros de Garfield votaron de
manera casi unánime para dejar de aplicar los exámenes, a pesar de ser
amenazados con una suspensión sin pago de 10 días si no abandonan el boicot.
Estudiantes y padres de familia se han sumado en defensa de sus maestros.
Nuestra
acción en favor de la evaluación de calidad y justicia educativa es una
oposición contra un examen fallido particular. Esta acción es parte de una
creciente rebelión de maestros, padres de familia y comunidades enteras, contra
el uso excesivo, y el mal uso, de los exámenes que son un pilar de las reformas
promovidas desde la presidencia de George W. Bush y ahora de Barack Obama, con
el apoyo de algunos de los multimillonarios del país.
Uno de los
fundamentos del movimiento de reforma que nació de alguna manera en Texas
cuando George W. Bush fue gobernador. Bush declaró que los resultados de sus
reformas eran el milagro de Texas y fueron el modelo de su reforma educativa
nacional cuando llegó a la Casa Blanca, en 2000.
Esta
oposición se genera en el contexto de un estado que el año pasado impulsó un
drástico recorte de 5.4 mil millones de las escuelas públicas, mientras sigue
otorgando contratos como el de 500 millones a la empresa Pearson, firma que se
dedica al negocio de los exámenes estandarizados en este país.
La primera huelga magisterial en 25 años en Chicago, en octubre pasado, se enfocó no en salarios y prestaciones, sino contra la reforma de educación que busca someter a los maestros a un esquema de evaluación con base en los exámenes y sistemas diseñados con óptica empresarial, donde todo se mide en torno a metas de producción y estadísticas.
En varias ciudades y estados, padres de familia han
empezado a rechazar que sus hijos sean sometidos a los exámenes por considerarlos
no válidos como instrumentos educativos y en protesta contra su uso por
políticos y administradores para sus agendas de reforma, mientras directores de
cientos de escuelas han expresado públicamente su rechazo a los exámenes como
eje de su trabajo escolar.
Estas rebeliones apenas son los primeros indicios de la creciente oposición a las llamadas reformas educativas que han sido promovidas no porque los maestros, los padres de familia y estudiantes defiendan lo que había antes, sino, como afirma el profesor Bill Ayres, sino por una demanda de que todo estudiante goce de la misma educación de calidad que disfrutan los hijos de los megarricos y los políticos más poderosos, quienes impulsan, para todos los demás, una reforma que convierte a la educación pública en un mercado más.
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