domingo, 16 de febrero de 2014

ALMITAS BUENAS. Mar de Historias. Cristina Pacheco.

Mar de Historias
Almitas buenas
Cristina Pacheco
Tengo computadora nueva. Renuncié a la anterior porque sus circuitos se debilitaron, perdió varias teclas y contrajo una especie de locura que la puso en desacuerdo con mis dedos. En donde yo marcaba una letra aparecían números o signos. Escribir es difícil, pero hacerlo en esas condiciones se vuelve un infierno. Sin embargo, lamenté deshacerme de la Toshiba que me acompañó en las más recientes etapas de mi travesía por el Mar de Historias.

Que haya quitado del escritorio mi vieja computadora no significa que piense tirarla o regalársela a los fierreros que a diario aparecen en esta colonia. Desde hace una semana le asigné un lugar entre los libros y periódicos que atestan mi estudio. Me tranquiliza su proximidad. De vez en cuando la miro y me emociono. Le agradezco que ya sin energía, ciega y muda me guarde nombres, paisajes, lugares, escenas y la sombra de un colibrí que fue protagonista de un relato.
Insisto: no resultó fácil aceptar que mi vieja computadora estuviera desahuciada. El técnico, que es también mi proveedor, tardó en convencerme. Lo hizo con la paciencia y los términos en que un médico recomienda dejar tranquilo a un enfermo terminal. El señor Avilés reforzó sus argumentos explicándome que la nueva es mucho más rápida, lógica y sensible; además, no requiere del ratón (que por cierto nunca he podido manejar) y su teclado se iluminará de rojo cuando lo use. Al ver la Qosmio me pregunto cuál de sus pulsores se desprenderá primero, en qué momento entrará en esa etapa de confusión que presagia el final y en dónde la pondré cuando llegue la hora de sustituirla por otra computadora, de seguro más potente, más veloz, más sensible y más lógica.
II
Debo a mi padre muchas cosas, entre otras que me haya enseñado a amar la tierra y a escribir. Lo hizo cuando yo tenía tres o cuatro años y vivíamos en el rancho. Solemne, hizo que me sentara en un banquito rústico de tres patas (mi abuelo lo usaba cuando se ponía a desgranar), puso entre mis dedos un lápiz que, según me dijo, estaba lleno de letras ansiosas de aparecer en mi cuaderno rayado. Al principio de la fila venían las vocales, luego las consonantes arreadas por la z, que es de pocas palabras.
Con las computadoras me sucede lo mismo que con aquel lápiz: pienso que llegan a los usuarios con una carga de posibilidades, recuerdos, historias por contar. A mi Qosmio voy a ponerla a prueba haciendo que me permita volver a los sitios que nunca he abandonado: el rancho, el pueblo, Buenavista, la noche iluminada de Insurgentes, la escuela, la vecindad.
III
La formaban 15 viviendas. Un portón carcomido las protegía. Pensábamos que la chapa, la tranca y el letrero de Se prohíbe la entrada a toda persona ajena a este lugar bastaban para contener a los malhechores del barrio. Algunos eran nuestros vecinos. Tenían apodos ( El MequeEl RaEl HuevoEl Picho) y se comunicaban entre sí a base de silbidos. Ese lenguaje en clave convertía nuestra vecindad, sobre todo al anochecer, en una especie de enorme pajarera.
En aquel mundo cerrado –una ciudad dentro de la ciudad– todo era de todos: la felicidad, el dolor, la ilusión, la desesperanza, los nacimientos, los duelos y las fiestas. No podía ser de otra manera: las casas se apoyaban unas en otras, las paredes eran delgadas y no había una sola ventana con los vidrios completos. Por los huecos escapaban olores, palabras, risas, gemidos, música –sobre todo canciones rancheras y boleros. A fuerza de oírlos, quienes éramos niños los memorizábamos. Palabras como mancornadora opervertida se sumaban a las que aprendíamos en la escuela o en el catecismo.
Consuelo, la hija de un carpintero, nos impartía las clases de religión todos los viernes, de cuatro a cinco de la tarde, en el atrio de la parroquia. Alta, seca, nuestra catequista parecía muñeca de trapo y siempre iba vestida con hábito carmelita. Esa era su forma de agradecer los milagros recibidos por otros o de pagar mandas ajenas.
Siempre al final de la clase nos hablaba del sacrificio, única ruta posible hacia la gloria de Dios. Si aspirábamos a alcanzarla teníamos que aprender a renunciar a todo lo que en medio de nuestra vida difícil representara un momento de alivio o de felicidad. Para hacernos entendible su idea, Consuelo la ilustraba con ejemplos sencillos, aptos a nuestra edad.
Aún recuerdo sus palabras: Cuando sientan frío, en vez de ponerse el suéter, aguántenlo, porque de ese modo castigan su cuerpo y se vuelven almitas mejores.Si sus papás les compran una muñeca o un camioncito, no cedan a la tentación de divertirse con esos juguetes. Domínense. Pongan a prueba su voluntad. A la hora de la comida, aunque tengan mucha hambre, no se abalancen sobre el plato. Esperen. Controlen su apetito.
Sus enseñanzas no caían en el mejor terreno. A esas horas, a punto de recuperar la libertad, sólo nos interesaba recibir la gratificación que por seralmitas buenas nos repartían las beatas encargadas de la parroquia: un bolillo y una paleta de dulce a cada uno. Mientras obteníamos el premio, doña Consuelo nos miraba sonriente, segura de que con su gesto nos recordaba que debíamos postergar todo placer si es que de verdad aspirábamos al cielo.
Abandonábamos el atrio callados y en fila. Manteníamos la formación y la actitud mesurada hasta que llegábamos a la esquina donde dábamos vuelta rumbo a nuestras casas, pero antes nos deteníamos en el jardín de San Álvaro. Lejos de la parroquia y de la vigilancia de doña Consuelo, olvidábamos nuestra condición de almitas buenas y sobre todo de lo hermoso que puede ser el sacrificio.
Sentados en el pasto, nos disponíamos a disfrutar del premio obtenido a cambio de haber soportado una hora aburridísima en el atrio. Por diversión, competíamos. A quien le duraran más el bolillo o la paleta era el triunfador, y por lo mismo tenía derecho a imponernos castigos: recorrer el jardín saltando en un pie, subir a un árbol de tres copas, entrar descalzo en la fuente de agua helada. Nos reíamos de eso y de cualquier cosa sólo por el gusto de hacerlo, de sentirnos vivos.
Si nuestra catequista nos hubiera descubierto en aquellos momentos habría sufrido mucho pensando que, a pesar de todos sus esfuerzos, a espaldas suyas estábamos eligiendo el camino del infierno. Pobre Consuelo, incapaz de entender que nuestra insubordinación significaba todo lo contrario: una experiencia liberadora que nos conducía al cielo, el único al que aspirábamos porque tenía olor a pan y un saborcito dulce, muy dulce.


martes, 4 de febrero de 2014

PRIMERO LOS MAESTROS, LUEGO LOS LIBROS, AHORA ENLACE ¿MAÑANA LOS NIÑOS?

CHUAYFFET YA NO SABE A QUIEN ECHARLE LA CULPA DE LA MALA EDUCACIÓN EN MÉXICO: PRIMERO FUE EL SINDICATO Y LOS MAESTROS Y CREARON LA LGSPD PARA ACABAR CON EL MAGISTERIO, DESPUÉS DIJO QUE EL PROBLEMA ERAN LOS LIBROS DE TEXTO, POR LOS ERRORES, AHORA DICE QUE FUE LA PRUEBA ENLACE. A VER SI NO TERMINA DICIENDO QUE EL PROBLEMA SON LOS NIÑOS. ¿Y LA RESPONSABILIDAD DEL GOBIERNO?

Desaparecerá la SEP la carrera magisterial para crear otra en 2015

Karina Avilés. La Jornada. Martes 4 de febrero de 2014, p. 32

El titular de la SEP), Emilio Chuayffet, anunció una segunda generación de pruebas que se aplicarán a partir de 2015, en sustitución de Enlace, la cual tuvo un impacto: la decadencia de la educación en México.
Además, por ley, en 2015 se extinguirá la carrera magisterial y para mayo de ese año estará listo el nuevo mecanismo que lo remplazará sin que ello signifique revertir los derechos adquiridos por los profesores.
Según él, el efecto de vincular ENLACE a los estímulos monetarios de los maestros, alumnos y escuelas ocasionó una serie de perversiones, como las siguientes: enseñar en el aula el contenido de la prueba y dejar a un lado el plan de estudios; procurar que el alumno de bajo rendimiento no llegue a la escuela el día del examen para evitar la caída del promedio en el rendimiento de los estudiantes; pasar las respuestas a los escolares e, incluso, corregirles dichas respuestas una vez entregado el examen.

Por ello la nueva generación de exámenes, bajo ninguna circunstancia estarán relacionados con los estímulos económicos.

OPCIONES DE COMUNICACIÓN PARA NIÑOS CON SÍNDROME DE DOWN

Estudian opciones de comunicación para niños con síndrome de Down
LOS NIÑOS CON SÍNDROME DE DOWN PRESENTAN CIERTAS LIMITACIONES PARA COMPRENDER Y DESARROLLAR LA LENGUA DEBIDO A QUE DESDE PEQUEÑOS PRESENTAN PROBLEMAS CON EL OÍDO MEDIO, LO QUE IMPIDE QUE PUEDAN ESCUCHAR LOS FONEMAS.
UNA OPCIÓN –QUE SE HA PROBADO EN PAÍSES DESARROLLADOS– ES INTRODUCIR EL LENGUAJE DE SEÑAS, EL CUAL HA FUNCIONADO Y PUEDE LLEGAR A SER UNA ALTERNATIVA PARA ESTOS NIÑOS Y SUS FAMILIAS.

Emir Olivares Alonso. La Jornada.  4 de febrero de 2014 (resumen)

Evidencia científica ha demostrado que, incluso antes de nacer, un bebé desarrolla habilidades para discriminar los sonidos y a las pocas horas de nacido es capaz de ubicar los provenientes de su lengua materna.
En el último trimestre del embarazo el bebé puede diferenciar los sonidos del idioma materno y al medio año de vida su cerebro desarrollar la capacidad para identificar los sonidos más frecuentes y diferenciarlos de otras lenguas.
Por lo menos a partir de los seis meses de edad ya tienen respuestas muy específicas hacia ciertas palabras: mamá, papá, leche, agua, pelota o de personas y objetos que tienen muy presentes. Hay evidencia de que a esa edad tienen comprensión de las primeras palabras. La producción (del lenguaje) comienza a presentarse entre los 15 y 18 meses de edad, y en algunos casos hasta los dos años y medio o tres, pero eso no quiere decir que no comprendan. 
Hay casos en los que se presentan ciertas limitaciones para comprender y desarrollar la lengua, uno es en los niños con síndrome de Down. Esto debido a que desde pequeños presentan problemas con el oído medio, lo que impide que puedan escuchar los fonemas.
Lenguaje telegráfico
Estos infantes tienen serios problemas para aprender la lengua por diversas razones: por un lado las constantes infecciones del oído medio los hace pasar largos periodos en los que no escuchan bien, y para comprender el lenguaje es necesario estar expuesto (desde pequeños) a todo el repertorio, y al no poderlo hacer, hay implicaciones negativas. En segundo lugar, pocos de ellos logran tener un discurso fluido; por el contrario, presentan un lenguaje telegráfico, el cual es difícil que puedan comprender personas que no interactúan con ellos habitualmente.

Una opción –que se ha probado en países desarrollados– es introducir el lenguaje de señas, el cual ha funcionado y puede llegar a ser una alternativa para estos niños y sus familias.

lunes, 3 de febrero de 2014

EL ETERNO VIAJERO

Mar de Historias
El eterno viajero
Cristina Pacheco

Para suplir nuestras interminables conversaciones, siempre que te ibas de viaje nos llamábamos y nos escribíamos cartas. Las hojas de papel nunca bastaban para que nos dijéramos lo que nos sucedía, a ti en un ambiente nuevo y a mí en el que conoces de sobra porque lo hicimos juntos. Por más cuidadosos que fuéramos siempre se nos olvidaba registrar algo.
Para evitar esos huecos se te ocurrió que lleváramos cada uno un diario a partir de nuestra despedida en el aeropuerto o en la estación. Ese registro siempre me ha hecho imaginar que no te has ido, por eso de una vez comienzo mis anotaciones en este cuadernito y no en una libreta, como siempre.
Los arreglos para tu viaje fueron muy complicados. Decidir qué ibas a meter en la maleta nos tomó horas, aunque mucho menos que ordenar en fólders los textos que pensabas corregir una vez más. No dispuse de un minuto libre para ir a la papelería, así que estoy usando el cuadernito que nos mandó Almudena Grandes: El lector de Julio Verne.
Me encanta, porque tiene aspecto de útil escolar, lástima que sea tan delgado. Mañana compraré una libreta gruesa (donde copiaré lo que escriba hoy) y luego otra y otra, porque tu viaje esta vez será muy largo. Por favor, tú también escribe el diario, pero no en papelitos sueltos, sin fecha, que luego tengo que ordenar como si fueran partes de un rompecabezas.
II
Parto de lo que vivimos apenas esta mañana. Por tomarnos un último café, se nos hizo tarde para ir a la estación. Pese a ser domingo, nos topamos con cuatro manifestaciones y un tráfico endemoniado. Estuvo en peligro tu mayor orgullo: jamás haber perdido un avión o un tren. Para colmo surgió otro inconveniente: todos los estacionamientos llenos. Coincidimos en que te fueras caminando a la estación para registrarte mientras yo me estacionaba. Tardé mucho en lograrlo. Cuando bajé del coche me di cuenta de que habías olvidado tu bufanda. La tomé y corrí tan rápido como me lo permitieron los zapatos de tacón alto.
Si me hubiera puesto botas quizás habría llegado a la estación antes de que te pasaran al área destinada a los viajeros. Intenté convencer a un guardia de que me permitiera pasar hasta allí para entregarte tu bufanda. Se negó. Le supliqué y hasta lo hice partícipe de tu vida (cosa que detestas), explicándole que te ibas a una ciudad que estaba a 40 bajo cero. Se estremeció como si fuera él quien iba a padecer un clima tan adverso.
Me da vergüenza confesártelo, pero odié a ese hombre sólo porque cumplía con su deber. Traté de ablandarlo llamándolo oficial, pero fue inútil. Me resigné a renunciar a nuestra despedida y al invariable intercambio de recomendaciones y promesas: Júrame que no te quedas triste. Procura dormir en el camino. Cierra muy bien la puerta. Te llamo en cuanto llegue.
Debo haber tenido una cara terrible, porque el guardia al fin me permitió pasar. Entré en el andén en el momento en que subías la escalerilla con la cabeza vuelta hacia la entrada. Sé que me viste, oí que me gritaste algo que no alcancé a entender. Supongo que repetías la promesa habitual: Te llamo en cuanto llegue.
Sentí desesperación, necesidad de abrigarte el cuello y corrí pegada a las vías, pero no alcancé el tren y mucho menos a la altura del vagón en que ibas. Te imaginé quitándote el abrigo y metiendo al maletero la mochila con el libro que quisiste llevarte, los fólders, una colección de bolígrafos bic de punto grueso y al fondo de todo la Mont Blanc de la edición Schiller que te regalé para tu cumpleaños.
Te fascinó desde que la viste anunciada en una revista y decidí comprártela en secreto. De otro modo me lo habrías prohibido, bajo el argumento de que: es demasiado cara. No gastes en mí. Por hacerte un obsequio recibí otro maravilloso: tu expresión de felicidad cuando probaste la pluma en una servilleta de papel.
Mejor no recordar tanto. Vuelvo a lo de esta mañana. Cuando el tren desapareció en la curva me eché tu bufanda sobre los hombros. Sentí la misma tranquilidad que cuando estás de viaje y me pongo tus calcetines o tu suéter que siempre huele a esa loción barata que prefieres.
III
Al salir de la estación no pude recordar en dónde había estacionado el coche. Durante el tiempo que caminé para encontrarlo se me olvidó que te habías ido y llamé a la casa para decírtelo. Claro que no obtuve respuesta. Imaginé los cuartos vacíos, silenciosos y sentí apremio de llenarlos con el rumor de mis pasos. A pesar de mi urgencia me detuve en una librería. Recorrí todos los pasillos, miré cada anaquel, me asomé a las mesas de novedades.
Mi comportamiento despertó las sospechas de los empleados y de una mujer-policía multicolor: cabello granate, párpados azules, mejillas cobrizas, labios fucsia y uñas verdes. Adiviné sus dudas para elegir esa paleta y el tiempo que le habría tomado maquillarse. Acabé por admirarla y le sonreí, pero ella siguió observándome desconfiada, lista para actuar en caso necesario.
La situación habría sido menos incómoda si le hubiera dicho a la mujer-policía que si iba de un lado a otro se debía a que estaba haciendo comparaciones entre los libros para llevarme el más grueso, el que me aloje y me acompañe durante el primer techo de tu ausencia. Después de consultar índices y hacer sumas me decidí por Los Thibault. Sus seis tomos alcanzan mil 830 páginas con letra pequeña. Tomando en cuenta que mi trabajo me deja poco tiempo libre, calculo que leer esta novela me tomará muchos meses, aunque menos de los que tardarás en regresar.
Si estuvieras aquí y te mostrara mi primera compra desde que te fuiste dirías: Este libro lo tenemos. ¿Para qué trajiste otro? Pues para no ver tus anotaciones en los márgenes, las marcas que dejaste, la ceniza de tu cigarro que cayó entre las hojas. En las circunstancias actuales, encontrarme con esas huellas me lastimaría.
IV
En cuanto abrí la puerta te grité el saludo de siempre, ya sabes cuál. Subí a tu cuarto rápido, como si estuvieras esperándome. No estabas, pero encontré la ropa que dejaste tirada, el encendedor que diste por perdido y la cachucha con que te protegías de la luz artificial para ahorrar vista, según tus propias palabras.
Luego hice lo de siempre al mediodía: bajé a la cocina para hacer café. Aunque no lo creas resulta muy difícil y requiere de cierto valor preparar una sola porción de lo que sea cuando siempre has hecho dos. Con la taza en la mano salí al patio y puse a funcionar la fuente para que subiera el rumor del agua que te recuerda el mar.
Ya casi llené el cuadernito de Almudena. Le pondré la fecha de hoy: 26 de enero. Mañana escribiré en la primera libreta de las muchas que tendré que llenar contándote mi vida hasta el día en que vuelvas. Ya sé que esta vez no será pronto. En cierta forma es mejor: me darás tiempo de cumplir con todos tus encargos, entre ellos encontrar la pluma negra con la que tenías mejor letra. Esto me recuerda otro de mis pendientes: descifrar lo que escribiste en hojas sueltas las noches anteriores a tu viaje.

Hice una pausa. Me levanté del escritorio porque reapareció frente a tu ventana el colibrí que tanto te gustaba. Si él regresó, es imposible que no regreses tú.

EN CHINA EL USO COMPULSIVO DE INTERNET SE CONSIDERA UN TRASTORNO CLÍNICO

Sicóloga alerta sobre daños por adicción a Internet
China etiquetó el uso compulsivo de Internet como trastorno clínico y abrió centros de readaptación social para tratarlo. La adicción consiste en un patrón de comportamiento caracterizado por la pérdida de control sobre su uso, que conduce al aislamiento, al descuido de las actividades académicas, laborales, recreativas, a la salud y la higiene.
En China 24 millones de jóvenes se la pasan en los cibercafés. Le llaman la heroína electrónica y en algunos la adicción es tan aguda que usan pañales desechables para no tener que levantarse al baño. Cuentan con 400 centros de rehabilitación para adolescentes. Durante un mes los jóvenes alternan entrenamiento militar, tratamiento médico y terapia familiar; muchos adolescentes son internados contra su voluntad, vigilados en los centros por soldados armados.
El gobierno no subsidia los tratamientos, de manera que es un gran sacrificio para los padres. Entre los países europeos, España tiene el índice más alto de jóvenes adictos. En México no tenemos estadísticas confiables; sin embargo, los padres ya expresan preocupación. Con el uso excesivo de videojuegos el cerebro despierta el centro del placer que dispara dopamina, altamente adictiva. Como sicóloga he atendido casos de adolescentes que se quedaron tres días jugando sin dormir, por lo que se les disparó una crisis sicótica y hubo que internarlos en el siquiátrico. Incluso, mi nieto de 8 años, con lágrimas, me pidió que lo ayudara, ya que no podía controlar los pensamientos.
La adicción a la Internet y a los videojuegos es un hecho; provoca los mismos síntomas que a las sustancias químicas por lo que es necesario poner límites. Vigilen a sus hijos. No todo el tiempo están haciendo la tarea; además, están en riesgo de acoso sexual. Vigilen, limiten y fomenten actividades recreativas y deportivas. Es importante que los niños duerman un mínimo de 11 horas. El cortisol que se libera por la adicción al juego y por mal dormir produce obesidad
Rosa Chávez Cárdenas

¿JEFES DE SECTOR Y SUPERVISORES DE ZONA AÚN CONTROLADOS POR EL SNTE?

PORQUE HASTA 1989 EN EL DF SE "GANABA" EL PUESTO DE JEFE DE SECTOR Y SUPERVISOR POR CONTROLAR SINDICALMENTE A LOS MAESTROS SE NOS SIGUE ESTIGMATIZANDO ASÍ ¿O HABRÁ ALGO DE VERDAD AÚN?


BEATRIZ CALVO PONTÓN, MARGARITA ZORRILLA Y OTROS EN UN ESTUDIO HECHO PARA EL INSTITUTO INTERNACIONAL DE PLANEAMIENTO DE LA EDUCACIÓN IIPE-UNESCO, EN 2002,  asevera que:  

“En México, los supervisores de zona... ocupan una posición estratégica dentro del Sistema Educativo... dada su cercanía a las autoridades institucionales, su influencia en la toma de decisiones les permite dar a éstas la información sobre las necesidades diarias de los estudiantes, de los docentes y de las escuelas o pueden hacer extensas a mayor número de ellas, las prácticas pedagógicas que han probado arrojar buenos resultados... está en sus manos promover el trabajo educativo en los planteles, ya que junto con directores, maestros y alumnos definen, en gran parte, el rumbo que éstos toman”

“Sin embargo en la práctica, la supervisión ha funcionado bajo condiciones poco favorables” así como sus actitudes “hacia el trabajo y hacia las tareas propiamente académicas, sus estilos de trabajo, sus diversos intereses y posiciones de poder han servido para impulsar las tareas y las innovaciones educativas... también han sido utilizadas para lograr objetivos... político sindicales”

“.. La falta de equipos de supervisores profesionalmente sólidos, así como de condiciones materiales de trabajo, y el hecho de que la supervisión ha sido parte de un sistema reproductor de prácticas burocráticas, ha dado lugar a que esta se distinga más por sus funciones administrativas y de vigilancia, y como medida instrumental basada en criterios de eficiencia, eficacia y competitividad individual, que por su papel como promotor del trabajo pedagógico...”


La figura de supervisor escolar debe desligarse de prácticas del SNTE
Laura Poy Solano. La Jornada 3 de febrero de 2014, p. 13

Modificar la supervisión escolar hacia acciones pedagógicas de mejora en las escuelas demanda no sólo un cambio de mentalidades; también pasa por desligar la figura del supervisor del Sindicato, advirtió Beatriz Calvo Pontón, especialista del Centro de Investigaciones y Estudio Superiores en Antropología Social (Ciesas).

El puesto (de supervisor) se ganaba con trabajo político-sindical. Si te portas bien, si apagas el fuego en tal o cual escuela, te premio con una supervisión. Así se aplicó desde antes de Elba Esther Gordillo al frente del gremio.

Por ello, consideró que cambiar el quehacer requerirá dotar de contenido los objetivos de fortalecimiento de la supervisión escolar; sin embargo, destacó, la reforma se ha quedado corta en la transformación de quienes ocupan una posición estratégica en el sistema educativo por su función de enlace entre las autoridades del sector y los directivos y docentes.

Tenemos que trabajar con quienes ya ocupan los cargos de supervisor, quienes, dijo, tienen entre 25 y 30 años de servicio. No es suficiente con darles un diplomado para cambiar viejas inercias. Es necesario modificar las prácticas cotidianas, pues se capacita a una generación que quizá se jubile en menos de cinco años.

Supervisores escolares del Distrito Federal y estado de México afirmaron que hay una creciente inconformidad ante la aplicación de un nuevo marco normativo para la supervisión escolar, pues no sólo se nos responsabiliza del éxito de la reforma y su acatamiento en los centros escolares, también refuerza el papel vigilancia y control. Es aplicar la ley del garrote.

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