sábado, 17 de mayo de 2014

Los 6 lados de la vaca

Infancia y Sociedad
 Los 6 lados de la vaca
Andrea Bárcena

Se aprende mejor a leer y a escribir si se hace como se aprende a hablar: por la necesidad de expresión y de significación. Lo demás viene después, a medida que los niños van utilizando las palabras para expresar lo que les interesa, les asombra o les asusta. Así funciona el método creado por el pedagogo francés Celestín Freinet.

En el Museo Pedagógico de París hay una pieza emblemática de la originalidad y creatividad infantil. Es un texto escrito por un niño de 10 años. Al parecer, la escuela le encargó escribir acerca de un ave o un mamífero, y esto fue lo que hizo:
“El pájaro del que voy a hablar es el búho. El búho no ve de día y de noche es más ciego que el topo. No sé gran cosa del búho, así que continuaré con otro animal que voy a elegir: la vaca. La vaca es un mamífero, tiene seis lados, el de la izquierda, el de la derecha, el de arriba y el de abajo. El de la parte de atrás tiene un rabo del que cuelga una brocha. Con esa brocha se espanta las moscas para que no caigan en la leche.
“La cabeza sirve para que le salgan los cuernos. Y además porque la boca tiene que estar en alguna parte. Los cuernos son para luchar con ellos. Por la parte de abajo tiene la leche. Está equipada para que se le pueda ordeñar. Cuando se le ordeña la leche viene y ya no se va nunca. ¿Cómo se las arreglará la vaca? Nunca he podido comprenderlo. Pero cada vez sale con mayor abundancia.

El marido de la vaca es el buey, el buey no es mamífero. La vaca no come mucho, pero lo que come lo come dos veces, así que ya tiene bastante, cuando tiene hambre muge, y cuando no dice nada es que está llena de hierba por dentro. Sus patas le llegan al suelo. La vaca tiene el olfato muy desarrollado, por lo que se puede oler desde lejos, por eso es por lo que el aire del campo es tan puro.

domingo, 11 de mayo de 2014

Agustín Pinchetti. Nuestro racismo

Nuestro racismo es fácil de observar y difícil de aceptar. No se circunscribe a las etnias explotadas salvajemente 500 años; debemos defenderlas pero no olvidar que subsisten, distorsionados, residuos de las castas coloniales. El mayor problema está en la discriminación de los mestizos. El grupo blanco criollo (12% de la población) domina el escenario: en los negocios, la cultura, la política y sobre todo en las aspiraciones. El mexicano/a anhela ser güerito, y hace lo imposible por parecerlo. La discriminación de los mestizos empieza por ellos mismos.
En forma obvia, el racismo se muestra por las preferencias erótico-sexuales. Basta con ver los anuncios en los programas de televisión y de otros medios. Los mensajes van dirigidos a la población blanca y excluyen al mestizo en sus diversas coloraciones morenas, ¡a pesar de constituir 80% de la población! Entre más rasgos físicos y culturales indígenas tenga un mexicano, serán menores sus probabilidades de alcanzar chambas bien remuneradas, altos destinos políticos, prestigios y parejas atractivas. Esto no se reconoce, pero pesa como plomo.
Este racismo hipócrita daña la cohesión de México. En realidad, por lo menos somos tres naciones divididas por barreras invisibles. La prepotencia de los blancos, la forma insultante como se refieren a los mestizos e indios (nacos) y la exclusión efectiva de los morenos es correspondida por el resentimiento feroz y oculto. Esta es una carga explosiva que ha empezado a manifestarse en la lucha política, pero que en determinadas circunstancias podría estallar, como ya lo hizo en la Revolución Mexicana.
¿Qué podemos hacer? Agustín Basave propone eliminar la 

propaganda racista en los medios. De qué sirve que se exalte el 

pasado prehispánico si se desprecia al indígena y al mestizo de hoy. 

Otros hablan de acciones afirmativas. La clave está en ampliar la 

conciencia del problema.

CRISTINA PACHECO. Tarde otra vez.

Mar de Historias
Tarde otra vez
Cristina Pacheco
De chica soñaba con ser una pintora famosa. Lástima que la necesidad me haya destinado para otras ocupaciones: sirvienta, chalana, mesera, peinadora y desde hace cinco años aparadorista. Trabajo en Dandy&Lady, una tienda en donde se alquila ropa de gala que exhibimos en dos maniquíes. Son hombre y mujer. A él le puseRodolfo (el nombre de mi mejor amigo en El Rosario) y a ella Mercedes, como se llamaba mi madre.
Este l0 de mayo, otra vez, no pude ir a visitarla al cementerio. Prometo que lo haré el año que entra. A ver si para entonces logro juntar lo que cuesta una lápida. Quiero que esté adornada con un ángel dormido entre rosas de Castilla. Eran la pasión de mi madre. Me platicaba que cuando era niña y vivía en Contreras, esas flores se desparramaban por encima de las bardas. Al recordarlo se le salían las lágrimas. Nunca le pregunté cuál era el motivo de su llanto. Jamás podré hacerlo. Será una más de las cosas que para siempre ignore acerca de mi madre.
II
A veces, cuando estoy trabajando conMercedes en el aparador, me figuro que es a mi mamá a quien visto con traje de noche. Nunca se puso uno, pero estoy segura de que soñaba con hacerlo. Pobre madre mía: lo mejor de su vida ocurrió en sus sueños. Espero que comprenda por qué no pude ir a visitarla este l0 de mayo. Ella conoció las exigencias del trabajo y el temor a perderlo.
Por eso, por miedo a que la despidieran del taller de costura, nunca asistió a los festivales escolares para el l0 de mayo. En mi escuela se hacían en el jardín central sombreado de frescos. El programa siempre era el mismo: palabras de la directora, recitaciones y bailables. El último era el vals Alejandra. Lo ensayábamos según las instrucciones de la maestra Delia. Impaciente, con voz sofocada, nos repetía: Uno, dos, tres, cuatro: a los lados. Adelante, atrás, vuelta, pero sin tropezarse. Háganlo con gracia, pensando en que bailarán para la mujer que les dio la vida y no para cualquiera. ¿Se dan cuenta de lo que eso significa?
En cuanto terminaba la música, el alumno más destacado le ponía broche de oro al festival, leyendo una composición. Sólo una vez me tocó ese alto honor. Cuando se lo dije a mi madre prometió que, a como diera lugar, asistiría a mi lectura. Pasé horas y horas escribiendo mi trabajo. Cuando lo terminé lo metí en un fólder sobre el que dibujé flores y mariposas.
Cada vez que en Dandy&Lady me toca hacer un decorado con esos motivos me recuerdo, niña todavía, inclinada sobe la mesa de la cocina tratando de dibujar en una cartulina blanca rosas de Castilla tan lindas como las que a mi madre le devolvían su infancia.
III
La noche anterior a que me tocara presentar mi trabajo no pude dormir. Pensaba en la satisfacción de mi mamá cuando me oyera leer en su honor, en los aplausos, en las felicitaciones, pero sobre todo en el momento de entregarle su regalo: una cajita de cartón transformada en alhajero gracias a una mezcla de charmés azul-cielo y engrudo.
Aquel l0 de mayo mi madre me despertó muy temprano. Quería tejerme una trenza doble y ponerme un toque de colorete en las mejillas. Me sentí importante. Nos reímos. Al despedirnos me aseguró que llegaría a la escuela a las 10 en punto para ver todo el festival. No le puse atención. Me pasé todo el tiempo buscando a mi madre entre los invitados. Confiaba en que llegaría por lo menos a la hora de mi lectura. No apareció. Leí para su ausencia.
A mi madre no le habían dado permiso de salir en horas de trabajo, a menos que se arriesgara a ser despedida. Por la noche, cuando regresó a la casa, me lo explicó mil veces, me pidió comprensión y disculpas. Ya más calmada, en tono de broma, quiso ver su regalo. Se lo di, pero le negué el beso que me pidió. Yo entonces no entendía que, por encima de nuestra voluntad, la vida vuelve inalcanzables aun las cosas más sencillas.
Ahora lo entiendo y sin embargo me siento culpable de que el exceso de trabajo me haya impedido ir a visitarla este l0 de mayo. Prometo que lo haré el próximo Día de las Madres. Para entonces, si ahorro, ya habré juntado lo que me cuesta su lápida. Quería que tuviera un angelito y su nombre, Mercedes, entre rosas de Castilla. Pensándolo mejor, en vez de angelito mandaré grabar lo que siempre le digo:Te amaré siempre.
IV
Aunque mi cargo sea el de aparadorista, en Dandy&Lady tengo muchas otras ocupaciones. Plancho, hago zurcidos, llamo a la tintorería, limpio anaqueles. Son tareas fastidiosas que no me disgustan; en cambio, me choca que Néstor me ponga a revisar los trajes y los vestidos que devuelven nuestros clientes.
Para firmarles la hoja de recibido y regresarles el depósito que dejaron al momento de llevarse la ropa, debo comprobar que a los esmoquins no les falte nada, que las faldas y blusas conserven sus adornos, pero sobre todo que las prendas no estén manchadas de bilé, sudor, perfume y otros líquidos raros. Hay personas, hombres sobre todo, a quienes la fiesta o el baile les provocan reacciones muy extrañas.

Durante las semanas que me toca hacer el papelito de revisadora odiosavivo esperando el día en que Néstor me retire del mostrador para que me dedique de lleno al decorado. Diseñar cualquiera de los cuatro que utilizamos en Dandy&Lady me encanta, pero me gusta en especial hacer el que corresponde a la primavera. Entonces me doy vuelo pintando cielos azules, nubes ligeras, árboles, mariposas, catarinas, flores. Mientras dibujo sueño que no vivo en El Bordo, rodeada de baches y basura, sino en una colonia llena de jardines en donde me despiertan el canto de los pájaros, las campanas de la iglesia y la risa de mi madre, feliz de saber que sobre las bardas de Contreras siguen desparramándose las rosas de Castilla.

lunes, 5 de mayo de 2014

RUBIO O BARBIE HUMANA

Ser rubio o barbie humana, la aspiración


Periódico La Jornada
Lunes 5 de mayo de 2014, p. 3
Un indicador del carácter racista de una parte de la sociedad mexicana es el uso extendido de tintes rubios para el cabello, en un país donde la gran mayoría de su población es morena y de pelo negro.
Al menos siete de cada 10 personas que se tiñen el cabello escogen tonos de rubio cenizo u oscuro.
Las principales razones son que los tintes de ese color te ayudan a verte más delgada, a aparentar menos edad o porque llamas más la atención.

Sobre las cremas para blanquear la piel, existen por lo menos cinco marcas de estos productos en el país pero no hay ninguna que sirva para volver la piel más morena.

¿SOMOS RACISTAS LOS MEXICANOS?

Incuestionable, el racismo en México
La discriminación, ”invisibilizada” en el discurso oficial
El gobierno hace nación mediante la homogeneidad; los diferentes están obligados a perder su identidad: académicos

Periódico La Jornada
Lunes 5 de mayo de 2014, p. 2
El carácter racista de la sociedad mexicana es un fenómeno incuestionable, surgido desde la época de la Colonia, cuando las clases dominantes establecieron todo un sistema de castas para justificar sus privilegios.  
Aunque el discurso formal sobre este aspecto ha cambiado en más de 400 años estas jerarquías quedaron profundamente arraigadas, estableciendo en el imaginario social la categoría de raza y asociándola a la supuesta inferioridad o superioridad de pueblos y culturas, reforzándola con frases del tipo: No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre o hay que mejorar la raza.
El racismo ha sido invisibilizado durante años con el discurso de que México es una sociedad mestiza, donde todos somos iguales, pero se pasa por alto que en esa supuesta igualdad los lugares más altos los ocupan quienes más se alejan de lo indio y se acercan a lo blanco.
Desde el siglo XIX, pero con mayor fuerza después de la Revolución, el gobierno “hace nación mediante la homogeneidad, de una ‘mestizocracia’ donde se busca asimilar a los diferentes”, quienes están obligados a dejar atrás su identidad.
La posibilidad de superarse
Una característica peculiar del racismo a la mexicana es que brinda a los diferentes la posibilidad de asimilarse al canon mestizo como una forma de mejorar.
“El racismo en México es de asimilación, no de segregación. Se piensa que es más benigno porque te dice ‘si te pones abusado, haces alguna alquimia y te adaptas, ya no vas a ser víctima de discriminación’, cuando el verdadero problema es que eso sea una opción”,
Otro rasgo singular de este fenómeno en México las posibilidades de combinación son enormes, lo que da lugar a un juego de apariencias en donde una misma persona puede ser discriminada en cierto ámbito, pero privilegiada en otro.
En un contexto eres el güero del grupo, en otro el más moreno y en uno distinto eres igual que los demás. Esa relatividad nos permite pasar de víctimas a victimarios, en una dinámica en la que una persona puede quejarse de que no la dejan entrar a un antro porque es morena, pero al mismo tiempo se cambia de banqueta si ve a alguien más moreno que él.
Despreciados por su físico
Aunque el racismo es una práctica de la cual no se habla a nivel institucional y que pocas personas admiten, la Encuesta Nacional sobre Discriminación  refleja que 23 por ciento de los habitantes del país no estarían dispuestos a vivir con alguien de otra raza o con una cultura distinta.
De igual forma, 55 por ciento de los y las mexicanas admiten que en el país se insulta a los demás por su color de piel, pero de ese total, 11 por ciento justifican que así sea o están de acuerdo con que los indígenas son pobres porque no trabajan lo suficiente.
Además, 20 por ciento de las personas se sienten a disgusto con su tono de piel, 24 por ciento se han sentido discriminados por su apariencia física y 5.5 por ciento consideran negativo que la sociedad está formada por gente de fenotipos distintos.
Un indígena en México con licenciatura ganaba en 1995 poco más de 3 mil pesos mensuales de sueldo, mientras que un no indígena con el mismo nivel de estudios ganaba más de 6 mil 500.
Los mexicanos de piel más oscura tienen 57 por ciento menos oportunidades de ir a la universidad en comparación con los de tez blanca.
Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación actualmente sólo le faculta a las autoridades a sancionar a organismos públicos, pero no a individuos o empresas particulares, quienes son más propensos a este tipo de actitudes.
México firmó y ratificó en 1975 la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, pero desde ese año y hasta 1996 el gobierno simplemente negó que en el país existiera el racismo.
El racismo genera en primer lugar un desgaste enorme de energía, pues la persona siente rechazo y vergüenza de sí mismo, lo que se traduce en un país incapaz de valorar los saberes, las contribuciones y la riqueza de sus pueblos y culturas.
“Los mexicanos nos damos vergüenza y eso es muy triste.
Otros efectos del racismo es criminalizar a ciertos grupos por su apariencia física, culparlos de su pobreza, despojarlos de sus recursos naturales o simplemente negarles derechos básicos
Para desmontar las estructuras del racismo haría falta poner en marcha programas de educación intercultural y diseñar una nueva política de medios que no sólo exalte el modelo occidental de belleza, pero, sobre todo hablar sobre el tema.

Una de las claves para tolerar el racismo en México es poder negarlo, asumirlo como algo natural y de esa forma justificar el privilegio y la desigualdad social.

domingo, 16 de febrero de 2014

ALMITAS BUENAS. Mar de Historias. Cristina Pacheco.

Mar de Historias
Almitas buenas
Cristina Pacheco
Tengo computadora nueva. Renuncié a la anterior porque sus circuitos se debilitaron, perdió varias teclas y contrajo una especie de locura que la puso en desacuerdo con mis dedos. En donde yo marcaba una letra aparecían números o signos. Escribir es difícil, pero hacerlo en esas condiciones se vuelve un infierno. Sin embargo, lamenté deshacerme de la Toshiba que me acompañó en las más recientes etapas de mi travesía por el Mar de Historias.

Que haya quitado del escritorio mi vieja computadora no significa que piense tirarla o regalársela a los fierreros que a diario aparecen en esta colonia. Desde hace una semana le asigné un lugar entre los libros y periódicos que atestan mi estudio. Me tranquiliza su proximidad. De vez en cuando la miro y me emociono. Le agradezco que ya sin energía, ciega y muda me guarde nombres, paisajes, lugares, escenas y la sombra de un colibrí que fue protagonista de un relato.
Insisto: no resultó fácil aceptar que mi vieja computadora estuviera desahuciada. El técnico, que es también mi proveedor, tardó en convencerme. Lo hizo con la paciencia y los términos en que un médico recomienda dejar tranquilo a un enfermo terminal. El señor Avilés reforzó sus argumentos explicándome que la nueva es mucho más rápida, lógica y sensible; además, no requiere del ratón (que por cierto nunca he podido manejar) y su teclado se iluminará de rojo cuando lo use. Al ver la Qosmio me pregunto cuál de sus pulsores se desprenderá primero, en qué momento entrará en esa etapa de confusión que presagia el final y en dónde la pondré cuando llegue la hora de sustituirla por otra computadora, de seguro más potente, más veloz, más sensible y más lógica.
II
Debo a mi padre muchas cosas, entre otras que me haya enseñado a amar la tierra y a escribir. Lo hizo cuando yo tenía tres o cuatro años y vivíamos en el rancho. Solemne, hizo que me sentara en un banquito rústico de tres patas (mi abuelo lo usaba cuando se ponía a desgranar), puso entre mis dedos un lápiz que, según me dijo, estaba lleno de letras ansiosas de aparecer en mi cuaderno rayado. Al principio de la fila venían las vocales, luego las consonantes arreadas por la z, que es de pocas palabras.
Con las computadoras me sucede lo mismo que con aquel lápiz: pienso que llegan a los usuarios con una carga de posibilidades, recuerdos, historias por contar. A mi Qosmio voy a ponerla a prueba haciendo que me permita volver a los sitios que nunca he abandonado: el rancho, el pueblo, Buenavista, la noche iluminada de Insurgentes, la escuela, la vecindad.
III
La formaban 15 viviendas. Un portón carcomido las protegía. Pensábamos que la chapa, la tranca y el letrero de Se prohíbe la entrada a toda persona ajena a este lugar bastaban para contener a los malhechores del barrio. Algunos eran nuestros vecinos. Tenían apodos ( El MequeEl RaEl HuevoEl Picho) y se comunicaban entre sí a base de silbidos. Ese lenguaje en clave convertía nuestra vecindad, sobre todo al anochecer, en una especie de enorme pajarera.
En aquel mundo cerrado –una ciudad dentro de la ciudad– todo era de todos: la felicidad, el dolor, la ilusión, la desesperanza, los nacimientos, los duelos y las fiestas. No podía ser de otra manera: las casas se apoyaban unas en otras, las paredes eran delgadas y no había una sola ventana con los vidrios completos. Por los huecos escapaban olores, palabras, risas, gemidos, música –sobre todo canciones rancheras y boleros. A fuerza de oírlos, quienes éramos niños los memorizábamos. Palabras como mancornadora opervertida se sumaban a las que aprendíamos en la escuela o en el catecismo.
Consuelo, la hija de un carpintero, nos impartía las clases de religión todos los viernes, de cuatro a cinco de la tarde, en el atrio de la parroquia. Alta, seca, nuestra catequista parecía muñeca de trapo y siempre iba vestida con hábito carmelita. Esa era su forma de agradecer los milagros recibidos por otros o de pagar mandas ajenas.
Siempre al final de la clase nos hablaba del sacrificio, única ruta posible hacia la gloria de Dios. Si aspirábamos a alcanzarla teníamos que aprender a renunciar a todo lo que en medio de nuestra vida difícil representara un momento de alivio o de felicidad. Para hacernos entendible su idea, Consuelo la ilustraba con ejemplos sencillos, aptos a nuestra edad.
Aún recuerdo sus palabras: Cuando sientan frío, en vez de ponerse el suéter, aguántenlo, porque de ese modo castigan su cuerpo y se vuelven almitas mejores.Si sus papás les compran una muñeca o un camioncito, no cedan a la tentación de divertirse con esos juguetes. Domínense. Pongan a prueba su voluntad. A la hora de la comida, aunque tengan mucha hambre, no se abalancen sobre el plato. Esperen. Controlen su apetito.
Sus enseñanzas no caían en el mejor terreno. A esas horas, a punto de recuperar la libertad, sólo nos interesaba recibir la gratificación que por seralmitas buenas nos repartían las beatas encargadas de la parroquia: un bolillo y una paleta de dulce a cada uno. Mientras obteníamos el premio, doña Consuelo nos miraba sonriente, segura de que con su gesto nos recordaba que debíamos postergar todo placer si es que de verdad aspirábamos al cielo.
Abandonábamos el atrio callados y en fila. Manteníamos la formación y la actitud mesurada hasta que llegábamos a la esquina donde dábamos vuelta rumbo a nuestras casas, pero antes nos deteníamos en el jardín de San Álvaro. Lejos de la parroquia y de la vigilancia de doña Consuelo, olvidábamos nuestra condición de almitas buenas y sobre todo de lo hermoso que puede ser el sacrificio.
Sentados en el pasto, nos disponíamos a disfrutar del premio obtenido a cambio de haber soportado una hora aburridísima en el atrio. Por diversión, competíamos. A quien le duraran más el bolillo o la paleta era el triunfador, y por lo mismo tenía derecho a imponernos castigos: recorrer el jardín saltando en un pie, subir a un árbol de tres copas, entrar descalzo en la fuente de agua helada. Nos reíamos de eso y de cualquier cosa sólo por el gusto de hacerlo, de sentirnos vivos.
Si nuestra catequista nos hubiera descubierto en aquellos momentos habría sufrido mucho pensando que, a pesar de todos sus esfuerzos, a espaldas suyas estábamos eligiendo el camino del infierno. Pobre Consuelo, incapaz de entender que nuestra insubordinación significaba todo lo contrario: una experiencia liberadora que nos conducía al cielo, el único al que aspirábamos porque tenía olor a pan y un saborcito dulce, muy dulce.


martes, 4 de febrero de 2014

PRIMERO LOS MAESTROS, LUEGO LOS LIBROS, AHORA ENLACE ¿MAÑANA LOS NIÑOS?

CHUAYFFET YA NO SABE A QUIEN ECHARLE LA CULPA DE LA MALA EDUCACIÓN EN MÉXICO: PRIMERO FUE EL SINDICATO Y LOS MAESTROS Y CREARON LA LGSPD PARA ACABAR CON EL MAGISTERIO, DESPUÉS DIJO QUE EL PROBLEMA ERAN LOS LIBROS DE TEXTO, POR LOS ERRORES, AHORA DICE QUE FUE LA PRUEBA ENLACE. A VER SI NO TERMINA DICIENDO QUE EL PROBLEMA SON LOS NIÑOS. ¿Y LA RESPONSABILIDAD DEL GOBIERNO?

Desaparecerá la SEP la carrera magisterial para crear otra en 2015

Karina Avilés. La Jornada. Martes 4 de febrero de 2014, p. 32

El titular de la SEP), Emilio Chuayffet, anunció una segunda generación de pruebas que se aplicarán a partir de 2015, en sustitución de Enlace, la cual tuvo un impacto: la decadencia de la educación en México.
Además, por ley, en 2015 se extinguirá la carrera magisterial y para mayo de ese año estará listo el nuevo mecanismo que lo remplazará sin que ello signifique revertir los derechos adquiridos por los profesores.
Según él, el efecto de vincular ENLACE a los estímulos monetarios de los maestros, alumnos y escuelas ocasionó una serie de perversiones, como las siguientes: enseñar en el aula el contenido de la prueba y dejar a un lado el plan de estudios; procurar que el alumno de bajo rendimiento no llegue a la escuela el día del examen para evitar la caída del promedio en el rendimiento de los estudiantes; pasar las respuestas a los escolares e, incluso, corregirles dichas respuestas una vez entregado el examen.

Por ello la nueva generación de exámenes, bajo ninguna circunstancia estarán relacionados con los estímulos económicos.