domingo, 10 de marzo de 2013

Tarik Ali escribe de Chávez




Los bolivarianos, como se conoce a los partidarios de Chávez, ofrecieron un programa político que desafió al consenso de Washington y sus postulados de neoliberalismo en casa y guerras en el extranjero. Fue esa la razón principal de su denigración, que continuará mucho después de su muerte.

La élite venezolana es notoriamente racista. Consideraba al presidente electo de su país ordinario e incivilizado, un zambo, mezcla de africano e indio, en quien no se podía confiar. Sus partidarios eran presentados como micos en las cadenas de la televisión privada. Colin Powell tuvo que dar una reprimenda pública a la embajada de Estados Unidos en Caracas por dar una fiesta en la que Chávez fue retratado como un gorila.

Intentemos hacer la revolución, entrar en combate, avanzar un poco, aunque sólo sea un milímetro, en la dirección correcta, en vez de soñar en utopías. (Chávez)

Recuerdo que una vez me senté al lado de una anciana de ropas modestas, en uno de sus mítines. Ella me preguntó acerca de él. ¿Qué me parecía? ¿Actuaba bien? ¿Hablaba demasiado? ¿No era demasiado áspero a veces? Lo defendí, y ella se mostró aliviada. Era su madre, preocupada de que quizá no lo hubiera educado bien. Desde niño procuramos que leyera libros. Esa pasión por la lectura permaneció en él. La historia, la ficción y la poesía eran los amores de su vida.

La imagen de Chávez más popular en Occidente era la de un caudillo opresor. Si hubiera sido cierto, me gustaría que hubiese más de esos. La Constitución bolivariana, combatida por la oposición, por sus periódicos y canales de televisión y la CNN local, además de sus patrocinadores occidentales, fue aprobada por la gran mayoría de la población. Es la única constitución del mundo que prevé la posibilidad de revocar el mandato a un presidente por medio de un referendo basado en recolectar firmas suficientes. 


Hugo Chávez y yo
Tariq Alí
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario