Los amigos de la maestra no han salido del poder. Y no sólo porque tengan un partido, el SNTE e infinidad de cargos en gobiernos estatales (incluyendo a su gobernador favorito Rafael Moreno Valle y al presidenciable Marcelo Ebrard).
En el gobierno federal, su
archienemigo Emilio Chuayffet decidió conservar en el cargo a otro de los
amigos de la profesora, Luis Ignacio Sánchez Gómez –elbista y ebrardista
declarado–, quien en
este gobierno que encarceló a su jefa sigue como administrador de los Servicios
Educativos en el Distrito Federal, cargo equivalente a una poderosa
subsecretaría.
Sánchez Gómez se quedó –es
un traidor, decían los elbistas antes de la caída de su líder– y puso a
controlar la educación básica del Distrito Federal a una maestra de kínder cuyo
mérito era cargar las carpetas del ahora panista Benjamín González Roaro, ex
subsecretario de la Secretaría de Educación Pública, ex director del Issste y
de la Lotería Nacional. La maestra de jardín de niños tardó años en aprobar el
examen para ser directora general, pero, por pura casualidad, se llama María
Luisa Gordillo.
Y mayor
casualidad, ahora que ella es Directora de la DGOSE una de sus subalternas en
la Dirección General de Normales llegue a una Dirección Operativa de Educación
Primaria.
Una forma muy peculiar de llegar a
los puestos de dirección es de que directores operativos de educación primaria son
“apoyados” al no designar al ganador si los elegidos y en funciones no pasan
uno o los dos exámenes del servicio profesional de carrera.
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