domingo, 15 de septiembre de 2013

MILITARES DISFRAZADOS DE POLICIAS REPRIMIERON A LOS MAESTROS DE LA CNTE




La batalla por el Zócalo
Proceso. 2013-09-14

Los medios, destacadamente la televisión nada dijeron de los soldados disfrazados de policías, de “halcones”, de los golpes a mansalva hasta contra la prensa, del uso de gases y chorros de agua para dispersar a contingentes que iban en retirada. Tras horas de tensión el Zócalo quedó vacío, listo para las fiestas patrias…

La madrugada del viernes 13 corrió el rumor. Los maestros disidentes de la Coordinadora en plantón desde el 19 de agosto en la Plaza de la Constitución, fueron alertados por sus dirigentes de un posible desalojo violento.

La guerra se percibía en el aire. Dos helicópteros de la Policía Federal (PF) pasaban casi al ras sobre el campamento, haciendo volar los plásticos con que los maestros se cubrían. Llovía.

Desorientados, los maestros comenzaron a empacar sus cosas y a sacar niños y mujeres de la zona. Explicaban que no pensaban marcharse. Permaneció la sección 22. Se preguntaban unos a otros por sus dirigentes, reunidos en negociaciones truncas con representantes de las bases en el auditorio del SME.
De lo que fue su refugio 25 días tomaron tubos, cortaron tablas, juntaron piedras. Incendiaron plásticos. Formaron vallas en las bocacalles que conducen al Zócalo y ahí también prendieron fuego. 

Primeras escaramuzas

A las dos de la tarde del viernes 13 se encararon por vez primera maestros y granaderos. Con el despliegue oficial llegaron los primeros enfrentamientos en Pino Suárez.

Al cruce de 20 de Noviembre con Venustiano Carranza llegaron Héctor Serrano, secretario de gobierno del Distrito Federal y Alfonso Gómez, secretario de Gobierno de Oaxaca. Ofrecieron a los maestros una “vía segura” para salir de la zona. Y dieron un ultimátum. Los maestros tenían dos horas para salir antes de que entrara la policía.

A las tres de la tarde comenzó la cuenta regresiva.

“Nos asusta la represión. Desde 2006 nosotros en Oaxaca aprendimos a comer gas. Sin embargo no queremos llegar a lo bélico, no tenemos armas. Si nos ponemos al tú por tú con Peña Nieto y con su ejército, sabemos que vamos a estar como un niño peleando con un adulto: nos van a agarrar de la cabeza mientras nosotros sólo vamos a estar dando manotazos.

“Son el mismo PRI de la APPO, de Atenco.

 “Estamos contando los minutos. Llegamos al hartazgo. Hartamos al gobierno y a la sociedad. Nos hartamos nosotros. No queremos ser mártires pero esperamos que nos golpeen: ojos, narices… Fuimos punta de lanza y ahora somos carne de cañón.

A las 3:15 de la tarde apareció Rubén Núñez, secretario general de la sección 22.

Cumplida la hora el Zócalo estaba cercado. Miles de efectivos de las policías Federal y capitalina, militares uniformados y encubiertos, “halcones” con radios de comunicación, tanques y helicópteros armados con cañones de agua, extintores y gases lacrimógenos listos para la tarea.

Desde un día antes tres brigadas de la Policía Militar habían sido concentradas en el Campo Militar Número 1, donde los dotaron de uniformes y cascos de la PF. Armados con toletes y escudos, los soldados disfrazados de policías.

–¡Encaucen la marcha, encaucen la marcha! –pedía en 20 de Noviembre uno de los dirigentes de la CNTE, para evitar enfrentamientos en su ruta hacia el Monumento a la Revolución.

Cerca de 16 de Septiembre, por donde los maestros pretendían salir rumbo al Monumento a la Revolución, alguien advirtió el peligro. De pronto por Venustiano Carranza un grupo de jóvenes lanzaba piedras, palos, tubos y lo que tuviera a la mano contra un grupo de granaderos.

–¡Formen la valla, aseguren la valla! –gritaban las cabezas de la CNTE.

–¡Aguanten, aguanten! –gritó una vez más Rubén Núñez.

Parecía que el enfrentamiento seguiría por Venustiano Carranza, cuando el grupo de jóvenes intentó refugiarse en el contingente de maestros, quienes quisieron dispersarse. No lo lograron. Los soldados disfrazados de policías empezaron a golpear a todos, hasta derribar a Núñez y otros dirigentes.

Los helicópteros lanzaban desde el aire bolsas con pintura azul para marcar a los manifestantes. Los maestros comenzaron a montar barricadas, cuando se escucharon los cohetones; las empezaron a quemar para impedir la visibilidad de los helicópteros.

En la Plaza Meave un maestro y el reportero de un medio independiente fueron golpeados por uniformados. Ambos acabaron chorreando sangre.

 “Pasábamos por Pino Suárez cuando unos 50 comerciantes salieron con palos y detuvieron y golpearon a los maestros y a la gente, salieron como grupos de choque”, decía la desempleada.

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