Incuestionable, el
racismo en México
La discriminación,
”invisibilizada” en el discurso oficial
El gobierno hace
nación mediante la homogeneidad; los diferentes están obligados a perder su
identidad: académicos
Periódico La Jornada
Lunes 5 de mayo de 2014, p. 2
El carácter racista de la sociedad
mexicana es un fenómeno incuestionable, surgido desde la época de la Colonia, cuando las clases
dominantes establecieron todo un sistema de castas para justificar sus
privilegios.
Aunque el discurso formal sobre este aspecto ha cambiado en más de 400
años estas jerarquías quedaron profundamente arraigadas, estableciendo en el
imaginario social la categoría de raza y asociándola a la supuesta inferioridad
o superioridad de pueblos y culturas, reforzándola con frases del tipo: No
tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre o hay que
mejorar la raza.
El racismo ha sido invisibilizado
durante años con el discurso de que México es una sociedad mestiza, donde todos
somos iguales, pero se pasa por alto que en esa supuesta igualdad los lugares
más altos los ocupan quienes más se alejan de lo indio y se acercan a lo blanco.
Desde el siglo XIX, pero con mayor fuerza después de la Revolución, el
gobierno “hace nación mediante la homogeneidad, de una ‘mestizocracia’ donde se
busca asimilar a los diferentes”, quienes están obligados a dejar atrás su
identidad.
La posibilidad de superarse
Una característica peculiar del racismo a la mexicana es que brinda a
los diferentes la posibilidad de asimilarse al canon mestizo como una forma de
mejorar.
“El racismo en México
es de asimilación, no de segregación. Se piensa que es más benigno porque te
dice ‘si te pones abusado, haces alguna alquimia y te adaptas, ya no vas a ser
víctima de discriminación’, cuando el verdadero problema es que eso sea una
opción”,
Otro rasgo singular de este fenómeno en México las posibilidades de
combinación son enormes, lo que da lugar a un juego de apariencias en donde una
misma persona puede ser discriminada en cierto ámbito, pero privilegiada en
otro.
En un contexto eres el
güero del grupo, en otro el más moreno y en uno distinto eres igual que los
demás. Esa relatividad nos permite pasar de víctimas a victimarios, en una dinámica en la
que una persona puede quejarse de que no la dejan entrar a un antro porque es
morena, pero al mismo tiempo se cambia de banqueta si ve a alguien más moreno
que él.
Despreciados por su físico
Aunque el racismo es una práctica de la cual no se habla a nivel
institucional y que pocas personas admiten, la Encuesta Nacional sobre
Discriminación refleja que 23 por ciento
de los habitantes del país no estarían dispuestos a vivir con alguien de
otra raza o con una cultura distinta.
De igual forma, 55 por ciento de los y las mexicanas admiten que en el
país se insulta a los demás por su color de piel, pero de ese total, 11 por
ciento justifican que así sea o están de acuerdo con que los indígenas son
pobres porque no trabajan lo suficiente.
Además, 20 por ciento de las personas se sienten a disgusto con su tono
de piel, 24 por ciento se han sentido discriminados por su apariencia
física y 5.5 por ciento consideran negativo que la sociedad está formada
por gente de fenotipos distintos.
Un indígena en México con licenciatura ganaba en 1995 poco más de 3 mil
pesos mensuales de sueldo, mientras que un no indígena con el mismo nivel de
estudios ganaba más de 6 mil 500.
Los mexicanos de piel más oscura tienen 57 por ciento menos
oportunidades de ir a la universidad en comparación con los de tez blanca.
Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación actualmente sólo
le faculta a las autoridades a sancionar a organismos públicos, pero no a
individuos o empresas particulares, quienes son más propensos a este tipo de actitudes.
México firmó y ratificó en 1975 la Convención para la Eliminación de
todas las Formas de Discriminación Racial, pero desde ese año y hasta 1996 el
gobierno simplemente negó que en el país existiera el racismo.
El racismo genera en primer lugar un desgaste
enorme de energía, pues la persona siente rechazo y vergüenza de sí mismo, lo
que se traduce en un país incapaz de valorar los saberes, las contribuciones y
la riqueza de sus pueblos y culturas.
“Los mexicanos nos
damos vergüenza y eso es muy triste.
Otros efectos del
racismo es criminalizar a ciertos grupos por su apariencia física, culparlos de
su pobreza, despojarlos de sus recursos naturales o simplemente negarles
derechos básicos
Para desmontar las estructuras
del racismo haría falta poner en marcha programas de educación intercultural y
diseñar una nueva política de medios que no sólo exalte el modelo occidental de
belleza, pero, sobre todo hablar sobre el tema.
Una de las claves para tolerar el racismo en México es poder negarlo,
asumirlo como algo natural y de esa forma justificar el privilegio y la
desigualdad social.