sábado, 21 de septiembre de 2013

TENIAMOS RAZÓN CUANDO NOS OPONIAMOS A SOLO CONTAR PALABRAS POR MINUTO




 Propuesta para la renovación de la sección “Competencia Lectora” en el Reporte de Evaluación

Hasta el pasado ciclo escolar 2012-2013, la cartilla de educación básica contenía un apartado con indicadores para evaluar la competencia lectora en tres rubros: Comprensión lectora, Velocidad de lectura y Fluidez lectora. Los indicadores correspondientes a Comprensión lectora, se centraron en el número de respuestas correctas que el estudiante daba sobre determinado texto; no obstante, responder preguntas específicas no es un recurso suficiente para saber si un lector comprendió un texto o no. Son múltiples los factores que inciden en la comprensión de un texto, y también en la construcción de su significado. Un mismo texto puede dar lugar a interpretaciones diversas (todas ellas válidas), de acuerdo con las características, experiencias, conocimientos y contexto del lector.

Por su parte, los indicadores vinculados con velocidad de lectura se centraban en el número de palabras leídas por minuto, y los de fluidez lectora con el tono, ritmo y volumen de la lectura. Se unen ambas categorías en este párrafo porque su inclusión en la cartilla de educación básica fue motivada por el supuesto de que la velocidad lectora impacta en la fluidez y la fluidez es necesaria para lograr la comprensión lectora; sin embargo, poner énfasis en el número de palabras que un lector lee por minuto, y cómo lo hace, contradice la idea de comprensión lectora según el enfoque adoptado por el currículo vigente, en el que se reconoce que toda lectura es una búsqueda de significado.

En este sentido, contar palabras y privilegiar la pronunciación, el ritmo, el tono y el volumen al leer, son acciones congruentes con una concepción de lectura que considera que el lector registra en su mente la información contenida en el texto extrayendo el significado de cada palabra para unirlo con el de la palabra anterior y con el de la siguiente, hasta articular un significado, de forma rápida y fluida, lo cual no garantiza que un lector haya comprendido un texto. La escuela tiene el compromiso de formar practicantes competentes de la lectura (y la escritura), y no sólo sujetos que puedan “descifrar” el código; es decir, el lenguaje escrito.

La lectura es una práctica cultural que consiste, principalmente, en interrogar activamente a un texto para construir su significado, con base en las experiencias y conocimientos previos que el lector tiene sobre el tipo textual, su contenido y el mundo en que habita. Desde esta perspectiva, leer es también comunicarse, entablar un diálogo con un autor, su tiempo, su contexto y sus ideas, sea el tipo de texto que sea.

Leer y comprender lo que se lee es una herramienta fundamental para la vida y para el estudio. El propósito es lograr que las personas (niños, jóvenes y adultos) conciban y experimenten el acto de leer como parte fundamental de la vida, que hace posible aprender, informarse, divertirse, imaginar, etcétera.

Por lo anterior, se desarrolla una propuesta para sustituir la sección acerca de la competencia lectora en el Reporte de Evaluación, el cual reemplaza a la Cartilla de Educación Básica a partir del ciclo escolar 2013-2014.

a) Se centra en el proceso de comprensión lectora, dejando de lado la velocidad y la fluidez que son producto de la primera, sin obviar el proceso de escritura; y

b) Se presentan instrumentos diferenciados para cada dos grados en la primaria y para el nivel de secundaria, a fin de identificar especificidades y graduar el proceso.

Los instrumentos han sido elaborados considerando los componentes de la competencia lectora integrados en PISA1, que más allá de cualquier discusión sobre la prueba en sí misma o sus usos, ha reunido mucho trabajo de índole teórico y práctico en relación con la competencia lectora.

El otro referente empleado para la elaboración de los criterios fueron los propios programas de estudio, particularmente en aquellos elementos generales respecto de la lectura y la escritura, para que con el ajuste curricular dichos referentes de evaluación de la comprensión no se vean afectados.

Por otro lado, en razón de la complejidad que implica la construcción de referentes de evaluación para la comprensión lectora, los instrumentos se diseñaron a partir de indicadores que dan cuenta de la habilidad específica con base en una escala likert. Dichos instrumentos consideran, a su vez, dos aspectos:

a) Que permitan mantener la atención en la lectura y la escritura, específicamente en cuanto a comprensión; y

b) Que sean claros para los padres de familia, por ello se buscó una redacción alejada de referentes técnicos.

domingo, 15 de septiembre de 2013

LOS MEDIOS RESPONDEN A SUS AMOS: SE LIMPIÓ EL ZÓCALO PARA LA FIESTA DEL PUEBLO



La represión como reality show
Jenaro Villamil 2013-09-14

A partir de las 16:10 horas del viernes 13, en vivo y en directo, comenzó el reality show del “Zócalo liberado”. La mayoría de los noticiarios de televisión abierta y restringida unificaron sus mensajes a través de los conductores para minimizar los enfrentamientos, destacar los heridos de la policía –no los de los manifestantes–, responsabilizar a supuestos “anarquistas” e insistir en que la Plaza de la Constitución ya estaba lista para que el presidente Enrique Peña Nieto encabezara las “fiestas patrias”.

La larga jornada del reality televisivo inició desde el mediodía de un viernes nublado. En sintonía con la cobertura claramente adversa a las demandas de los maestros de la CNTE que acamparon en el Zócalo desde hace 25 días, las cadenas de Foro TV, de Televisa; Canal 40, de TV Azteca, ambos con  imágenes desde helicópteros, así como Milenio TV, Cadena 3, Efekto TV y decenas de noticiarios radiofónicos unificaron su línea editorial para expresar que el “Zócalo liberado” quedaba “limpio” de los maestros.

Para los medios electrónicos no se trató de una acción represiva sino de una operación policiaca de “limpieza”, como si los maestros y sus campamentos fueran suciedad, como si sus campamentos fueran basura.

A Milenio TV no le fue nada bien cuando intentó transmitir en vivo desde la Plaza de la Constitución con la leyenda “Zócalo liberado”, a las 18:30 horas. Las personas que circulaban gritaban “¡Fuera Peña, Fuera Peña!”. La transmisión se interrumpió.

 “Se ve el peor enfrentamiento en estos momentos”, exclamó agitado el reportero Rodolfo Montes, de Milenio TV, ubicado en la mencionada avenida. Se refirió a los “grupos de encapuchados” convocados por “integrantes radicales” de la CNTE. No volvió a tener un enlace.

La línea discursiva de los conductores de Foro TV, Canal 40, Milenio TV, Efekto TV, Excélsior TV y Cadena Tres comenzó a uniformarse, como si formara parte de un mismo guión: el Zócalo se recuperó “con incidentes menores”, la violencia vino de los otros, los “encapuchados”, y los heridos más mencionados fueron los de las fuerzas policiacas.

“La impresión que tenemos desde acá… fue una operación muy bien planeada y muy bien ejecutada”, editorializó un conductor de Canal 40 desde un helicóptero.

En Milenio TV, Carlos Zúñiga no relataba los hechos: corregía a los reporteros cuando relataban la violencia, editorializaba; incluso calificó de “inflexibles” a los maestros de la CNTE.

En Foro TV, Paola Rojas insistió en que la violencia “provino” de los maestros.  En Efekto TV se insistía: el desalojo de los maestros se realizó “para que podamos festejar el Grito de Independencia”.

MILITARES DISFRAZADOS DE POLICIAS REPRIMIERON A LOS MAESTROS DE LA CNTE




La batalla por el Zócalo
Proceso. 2013-09-14

Los medios, destacadamente la televisión nada dijeron de los soldados disfrazados de policías, de “halcones”, de los golpes a mansalva hasta contra la prensa, del uso de gases y chorros de agua para dispersar a contingentes que iban en retirada. Tras horas de tensión el Zócalo quedó vacío, listo para las fiestas patrias…

La madrugada del viernes 13 corrió el rumor. Los maestros disidentes de la Coordinadora en plantón desde el 19 de agosto en la Plaza de la Constitución, fueron alertados por sus dirigentes de un posible desalojo violento.

La guerra se percibía en el aire. Dos helicópteros de la Policía Federal (PF) pasaban casi al ras sobre el campamento, haciendo volar los plásticos con que los maestros se cubrían. Llovía.

Desorientados, los maestros comenzaron a empacar sus cosas y a sacar niños y mujeres de la zona. Explicaban que no pensaban marcharse. Permaneció la sección 22. Se preguntaban unos a otros por sus dirigentes, reunidos en negociaciones truncas con representantes de las bases en el auditorio del SME.
De lo que fue su refugio 25 días tomaron tubos, cortaron tablas, juntaron piedras. Incendiaron plásticos. Formaron vallas en las bocacalles que conducen al Zócalo y ahí también prendieron fuego. 

Primeras escaramuzas

A las dos de la tarde del viernes 13 se encararon por vez primera maestros y granaderos. Con el despliegue oficial llegaron los primeros enfrentamientos en Pino Suárez.

Al cruce de 20 de Noviembre con Venustiano Carranza llegaron Héctor Serrano, secretario de gobierno del Distrito Federal y Alfonso Gómez, secretario de Gobierno de Oaxaca. Ofrecieron a los maestros una “vía segura” para salir de la zona. Y dieron un ultimátum. Los maestros tenían dos horas para salir antes de que entrara la policía.

A las tres de la tarde comenzó la cuenta regresiva.

“Nos asusta la represión. Desde 2006 nosotros en Oaxaca aprendimos a comer gas. Sin embargo no queremos llegar a lo bélico, no tenemos armas. Si nos ponemos al tú por tú con Peña Nieto y con su ejército, sabemos que vamos a estar como un niño peleando con un adulto: nos van a agarrar de la cabeza mientras nosotros sólo vamos a estar dando manotazos.

“Son el mismo PRI de la APPO, de Atenco.

 “Estamos contando los minutos. Llegamos al hartazgo. Hartamos al gobierno y a la sociedad. Nos hartamos nosotros. No queremos ser mártires pero esperamos que nos golpeen: ojos, narices… Fuimos punta de lanza y ahora somos carne de cañón.

A las 3:15 de la tarde apareció Rubén Núñez, secretario general de la sección 22.

Cumplida la hora el Zócalo estaba cercado. Miles de efectivos de las policías Federal y capitalina, militares uniformados y encubiertos, “halcones” con radios de comunicación, tanques y helicópteros armados con cañones de agua, extintores y gases lacrimógenos listos para la tarea.

Desde un día antes tres brigadas de la Policía Militar habían sido concentradas en el Campo Militar Número 1, donde los dotaron de uniformes y cascos de la PF. Armados con toletes y escudos, los soldados disfrazados de policías.

–¡Encaucen la marcha, encaucen la marcha! –pedía en 20 de Noviembre uno de los dirigentes de la CNTE, para evitar enfrentamientos en su ruta hacia el Monumento a la Revolución.

Cerca de 16 de Septiembre, por donde los maestros pretendían salir rumbo al Monumento a la Revolución, alguien advirtió el peligro. De pronto por Venustiano Carranza un grupo de jóvenes lanzaba piedras, palos, tubos y lo que tuviera a la mano contra un grupo de granaderos.

–¡Formen la valla, aseguren la valla! –gritaban las cabezas de la CNTE.

–¡Aguanten, aguanten! –gritó una vez más Rubén Núñez.

Parecía que el enfrentamiento seguiría por Venustiano Carranza, cuando el grupo de jóvenes intentó refugiarse en el contingente de maestros, quienes quisieron dispersarse. No lo lograron. Los soldados disfrazados de policías empezaron a golpear a todos, hasta derribar a Núñez y otros dirigentes.

Los helicópteros lanzaban desde el aire bolsas con pintura azul para marcar a los manifestantes. Los maestros comenzaron a montar barricadas, cuando se escucharon los cohetones; las empezaron a quemar para impedir la visibilidad de los helicópteros.

En la Plaza Meave un maestro y el reportero de un medio independiente fueron golpeados por uniformados. Ambos acabaron chorreando sangre.

 “Pasábamos por Pino Suárez cuando unos 50 comerciantes salieron con palos y detuvieron y golpearon a los maestros y a la gente, salieron como grupos de choque”, decía la desempleada.