domingo, 28 de abril de 2013

Ecosocialismo, alternativa contra el capitalismo. Michael Lowy



Ecosocialismo, alternativa contra el capitalismo: Löwy

Varios gobiernos y sociedades de países de América Latina, como Venezuela, Ecuador  y Bolivia, comienzan a darle importancia a la problemática ecológica y al llamado ecosocialismo, el cual se tornará en una de las cuestiones centrales para cualquier movimiento antisistémico en el siglo XXI, dice el sociólogo y filósofo franco-brasileño Michael Löwy.

El capitalismo, en su etapa de neoliberalismo, nos está llevando con una rapidez terrible a una catástrofe ecológica sin precedente en la historia de la humanidad: el calentamiento global y el cambio climático. Enfrentarse a eso es enfrentarse al capitalismo. Por ello, esa problemática ha permitido el surgimiento del ecosocialismo, ya que un socialismo ecológico es la alternativa a la destrucción capitalista del medio ambiente.

 “En la historia del siglo XX México ha estado muchas veces en la vanguardia de los procesos revolucionarios en América Latina y el mundo, la Revolución Mexicana fue la primera del siglo XX. El gobierno de Cárdenas fue el más progresista de América Latina en los años 30; el levantamiento zapatista en los 90 fue la primera señal de una ola de lucha antineoliberal después de la caída del Muro de Berlín.  En muchos momentos de la historia del siglo XX México ha estado a la vanguardia.

En México hay potencial de protesta; un deseo de cambio, pero hasta ahora la oligarquía ha logrado mantenerse, utilizando un sistema de control de los movimientos sociales que tiene casi un siglo.

En América Latina se “ha logrado cambiar un poco las estructuras de poder; han sido echados los gobiernos identificados con el neoliberalismo a veces por verdaderas insurrecciones populares, como en Argentina y Bolivia, y otras veces por las dirigencias. Sin indignación, la gente no va a cambiar nada. Es la primera condición. Como dice Daniel Bensaïd: la gente se indigna, se levanta y se pone a caminar”.

La indignación, o como dicen los zapatistas, la digna rabia. Hay un sentimiento muy poderoso en la gente de injusticia social, de opresión, de tiranía no personal –aunque a veces sí– de las estructuras sociales, económicas y políticas. Y esa indignación es el inicio de todo, después pueden venir demandas, reivindicaciones, programas, quizá partidos.

Como decía el Che, ahí donde hay un mínimo de democracia, no está planteada la lucha armada, hay que utilizar los instrumentos democráticos.

Los gobiernos más radicales, antioligárquicos, antimperialistas, plantean por lo menos como horizonte histórico el socialismo del siglo XXI: Venezuela, con la revolución bolivariana; Bolivia, con el socialismo de Evo Morales, y Ecuador, con Rafael Correa y la revolución ciudadana. Están muy lejos del socialismo, pero por lo menos se plantean esa perspectiva. Tienen sus propios límites, contradicciones, problemas, pero hasta ahora son lo más avanzado que hay en América Latina.

Ecuador, Bolivia y Venezuela constituyen lo más avanzado como experiencia social, económica y política. “Son un poco un ejemplo que permite a la gente de izquierda criticar a los gobiernos de Brasil, Uruguay, México  y Argentina, diciéndoles: ‘Miren, es posible utilizar la renta del petróleo para mejorar la condición de los pobres, expropiar las riquezas naturales, echar fuera las bases militares yanquis, etcétera.’ Es un ejemplo positivo, pero con sus limitaciones”.

Evo Morales ha jugado un papel positivo en el ecosocialismo. Fue el único mandatario que en la Conferencia de Copenhague en 2009 se solidarizó con la protesta de los movimientos sociales, en una gran manifestación de 100 mil personas con la consigna ‘Cambiemos el sistema, no el clima.’ Y Evo salió diciendo: ‘Estoy con ustedes’. Y después se convocó en Bolivia a una conferencia internacional de los pueblos contra el capitalismo y el cambio climático, en defensa de la madre tierra.

También  Venezuela y Ecuador aunque con ciertas contradicciones por una realidad marcada por problemas de contaminación, ya comienzan a ubicarse en los planteamientos del ecosocialismo.

Con información de Arturo Jiménez y Emir Olivares. Ecosocialismo, alternativa contra el capitalismo: Löwy
La Jornada. 28 de abril de 2013, p. 36

lunes, 22 de abril de 2013

La transformación de la Escuela. Una condición para el cambio Educativo. RAMÍREZ RAYMUNDO.



La transformación de la escuela: Una condición para el cambio educativo.

Rodolfo Ramírez Raymundo.

Es la escuela el espacio concreto donde cobran existencia las disposiciones normativas y otras disposiciones legales, especialmente el currículo oficialmente establecido, pero lo que ocurre en la escuela no es solamente una reproducción más o menos adecuada de lo que se manda, sino una reconstrucción de todo tipo de propuestas e instrucciones. Es decir, la escuela, integrada principalmente por maestros y directores, es un espacio vivo y de la experiencia de los  profesores, de las tradiciones pedagógicas, de las competencias específicas que tienen las personas que ahí trabajan depende mucho la experiencia escolar de cada estudiante. La enseñanza por lo tanto está influida notablemente por la organización escolar. Este punto tiene que ser un elemento central cuando se habla de promover el cambio educativo o de emprender reformas para cambiar la tarea sustancial. 

Las reformas educativas sólo cobran significado específico, no siempre el mismo, en cada centro escolar.

Investigadores norteamericanos han afirmado que no son las reformas las que cambian a las escuelas sino que son las escuelas las que cambian a las reformas. Las adaptan, las reconstruyen y muy posiblemente las asimilan en la tradición ya establecida, por eso cuando se quiere emprender un cambio educativo en serio hay que colocar a la escuela justamente en el centro del sistema.

Por otra parte no se trata solo de ver a la escuela como una organización técnica porque también es una organización política donde hay intereses legítimos  y hay intereses también ilegítimos, donde hay aspiraciones, cierto número de recursos, etc. 

Como dice la maestra Justa Ezpeleta: Atender la articulación de los procesos pedagógicos y no pedagógicos  propios de la vida escolar permitiría hacer visibles las condiciones institucionales activas en la producción de la enseñanza y también afinar los procesos de implementación de innovaciones y reformas.

Esta conciencia de la importancia de la escuela no es nueva en el sistema educativo mexicano, está en el programa 95-2000, continúo en el programa nacional 2000-2006 y se han emprendido en entidades y a nivel nacional proyectos, programas, etc. para transformar la vida escolar sin embargo en el contexto de las tradiciones y reglas del sistema, entre otros la supeditación del trabajo profesional  a las reglas de de orden político y sindical 

La falta de apoyo institucional a directores y supervisores que se empeñan porque las escuelas funcionen bien frente a profesores que se niegan a cumplir su responsabilidad profesional, la preferencia que se da al cumplimiento formal me refiero a la recepción de informes mientras se descuida el trabajo real esa es toda una tradición en el sistema, esas iniciativas fueron reducidas paulatinamente. De la idea de transformar la gestión de la escuela se redujo a la idea de introducir la planificación escolar, de la idea de una planificación escolar participativa se paso a la elaboración de un documento llamado Proyecto Escolar, proyectos de mejoramiento, hoy Plan Estratégico de Transformación Escolar y al último ese proceso se ha reducido en muchos casos a hacer clic sobre algunas opciones establecidas ya en la pantalla de la computadora. 

Es decir el proceso constructivo de un proyecto con metas, orientaciones siempre congruentes con lo nacional se ha reducido y burocratizado como le ha ocurrido a muchas otras propuestas de reforma. 

Por esa razón y porque el sistema no cambia sus reglas de operación se mantienen muchos rasgos críticos de nuestros centros escolares, en primer lugar sigue siendo un problema el que muchas de nuestras escuelas no funcionan con regularidad, el tiempo el calendario escolar y el tiempo efectivo dedicado a la enseñanza es bastante más reducido que lo que este calendario establece. Consumen el tiempo muchas iniciativas de orden federal, estatal y aún municipal. Programas, tradiciones, demandas que consumen el escaso tiempo escolar.
 
El número de esos programas varía, pero podemos encontrar unos 74 programas que deben ser atendidos en el ciclo escolar, cada programa además con sus subprogramas. Creo que aquí hay un problema de fondo que es que ninguna dependencia confía al parecer en el currículo establecido y que la SEP ejerce una dirección muy débil en términos normativos. Porqué si el tema de la salud ocupa varias unidades de trabajo habrá un programa especial de salud, por qué si el tema de las relaciones y la formación de valores está en el programa habrá un programa especial para la formación para la Paz.

Muchos programas reiteran los contenidos curriculares, los duplican sin respetar el ritmo y el plan de trabajo de cada profesor. Otros programas pretenden atender a través de la escuela problemas emergentes, sean estos la emergencia del SIDA, sea éste un terremoto o inundaciones o escases del agua, etc. 

Nos hemos excedido, pero sobre todo quienes lo han propuesto, en demandar a la escuela cosas que sólo puede atender mediante la formación sistemática y creativa de los alumnos, puede la escuela contribuir a mejorar las  condiciones de la vida y del mundo pero siempre a través del aprendizaje que realiza con los alumnos y no a través de múltiples programas emergentes que terminan encargándole el cuidado de la integración familiar, desde ese nivel, hasta la paz mundial. 

Otro problema central, es que pese a todos los esfuerzos realizados, nuestras escuelas siguen funcionando como unidades administrativas y no como unidades educativas, esto es los alumnos tienen un número de matrícula, los profesores un lugar de adscripción con ciertas reglas y una autoridad que hace de enlace, pero no podemos decir que disponen de objetivos comunes, reglas de relación acordadas por todos los participantes y estas dos cosas y estilos congruentes de trabajo son esenciales para mejorar la calidad de la educación porque si queremos formar habilidades intelectuales o competencias intelectuales se requiere un trabajo continuo, coherente que solo se construye mediante la participación.

La reciente reforma constitucional ha mandatado al poder legislativo a establecer adecuaciones al marco jurídico para fortalecer la autonomía de gestión de las escuelas ante todos los órdenes de gobierno con el objeto no sólo de mejorar su infraestructura, comprar materiales, etc. sino también de resolver problemas de operación básicos y propiciar condiciones de participación para que alumnos, maestros y padres bajo el liderazgo del director se involucren en la resolución de los retos que cada escuela enfrenta. 

Se entiende que se está hablando de retos de orden educativo, de retos de orden pedagógico. 

Quiero aportar dos elementos: 

Colocar a la escuela en el centro y fortalecer su autonomía, puede ser entendida de dos maneras:

Una, la que ha ido dominando en los últimos años, es colocarla en el centro como blanco de todos los programas, demandas y exigencias. Esa es una manera de colocar a la escuela en el centro. De colocarla en el centro de todas las responsabilidades. De ser sometido a todo tipo de controles: del aprendizaje, del desempeño docente, de cada uno de los programas en que se participa con informes técnicos, financieros, etc. Y al final colocarle la responsabilidad de todos los resultados.

Otra forma de entender la centralidad de la escuela es poner todos los recursos y todas las autoridades al servicio del trabajo más importante que ahí se realiza.  A la misión sustantiva que es la interacción que hay entre estudiantes y entre estudiantes y profesores. 

Esa sería la autonomía y la centralidad de la escuela que tendríamos que fortalecer y para ello se requieren muchas medidas:

Lo primero, tenemos que garantizar que las escuelas tengan los recursos  suficientes para operar y trabajar en condiciones dignas. Esto significa establecer un subsidio, como tienen todas las instituciones educativas de educación superior para que las escuelas no pierdan tiempo, energía y muchos recursos en reunir cuotas de los padres de familia. Es la oportunidad para consolidar la gratuidad de la educación establecida desde el origen mismo de nuestro sistema. 

En segundo lugar tiene que revisarse el sistema de evaluación que se estableció durante toda la administración anterior porque una escuela sujeta a múltiples controles que se realizan durante varias veces en el año escolar no puede tener ni siquiera el ánimo para establecer sus propias metas. 

Tercero tenemos que reorientar y fortalecer ampliamente la función directiva, en primer lugar desligándola de su relación político sindical y en segundo lugar fortaleciendo la formación pedagógica de estas figuras que tendrían que velar y ser garantes de la misión de la escuela.
Y por último, no debemos olvidar que tenemos decenas de miles de escuelas en condiciones muy difíciles, en primer lugar las escuelas que están dirigidas a los sectores más pobres de la población, por ejemplo los cursos comunitarios del CONAFE donde se sigue pidiendo que los padres, que la comunidad, aloje, alimente al  instructor comunitario, en locales muchas veces que no cuentan con los recursos, tenemos decenas de miles de escuelas multigrado, escuelas telesecundarias, etc.

Consulta Ciudadana para integrar el Plan Nacional de Desarrollo 2013 - 2018.
Foro Nacional "México con Educación de Calidad para Todos".
Panel 1: Educación Básica
Boca del Río, Veracruz.
3 de abril de 2013

martes, 9 de abril de 2013

La privatización de la escuela pública, no se trata de su desincorporación del Estado


La privatización de la escuela pública, no se trata de su desincorporación del Estado, sino de una profunda transformación que se pretende imponer a su modelo de gestión, organización y en sus esquemas.

César Navarro explica que en el trasfondo de la reforma educativa aparecen dos de los elementos discursivos de los pasados sexenios: calidad y evaluación, en cuyo nombre se plantea, en los hechos, la desaparición de un magisterio al que se desprecia, y al mismo tiempo se le tiene temor, pues durante décadas ha sido garante de la defensa de la educación pública.

La privatización de la escuela pública, no se trata de su desincorporación del Estado, sino de una profunda transformación que se pretende imponer a su modelo de gestión, organización y en sus esquemas.

Con esas modificaciones se privilegia una visión mercantil de la educación, así como del tipo de maestro que se busca llevar a las aulas, con una formación, selección y permanencia en el servicio docente acorde a los intereses empresariales.

Con la reforma peñista el Estado mantendrá la propiedad formal de la escuela pública, pero en su contenido y objetivos habrá un cambio radical.

Dicha reforma es un despojo y un castigo para el magisterio mexicano. El objetivo es culminar con un proceso gradual, pero sistemático, que se ha ido imponiendo, a fin de controlar el desempeño docente e inducir cada vez más a un proceso de homogenización, de mecanización del trabajo educativo, pues a través de mecanismos evaluatorios se ha cercenado la iniciativa pedagógica y la capacidad creativa de los docentes en el aula.

Es una reforma que tiene como uno de sus primeros objetivos generar una inmovilidad jurídica y política del magisterio y de la sociedad mexicana, se convierte en un instrumento jurídico para despojar al magisterio de sus derechos laborales, pero también agrede a la escuela pública.

Entre los efectos más lesivos de la normatividad –que establece, entre otros puntos, nuevos mecanismos de ingreso, selección, permanencia y promoción de los profesores en servicio, así como favorecer la llamada autonomía escolar, con la que padres de familia y cuerpo directivo deberán buscar recursos económicos para la escuela– está la creación de un servicio profesional docente, con lo que se legaliza la exclusión de miles de maestros formados en las escuelas normales públicas.

No es fortuito que una regulación de orden administrativo laboral, que debería incluirse en una legislación secundaria, se aprobara como reforma constitucional, lo que la hace inatacable. De ahí que a las movilizaciones magisteriales se les haya condenado desde un primer momento. Convirtieron la Constitución en un instrumento jurídico de castigo y represión.

Y aunque el magisterio disidente ha presentado opciones mediante proyectos educativos para que sean analizados por el Estado, la respuesta ha sido el engaño, la descalificación y el rechazo a cualquier propuesta que venga de los maestros orillándoseles a la movilización como única vía de protesta.

No se trata sólo de la pérdida de derechos laborales  sino la pérdida directa del empleo. Está en riesgo su propia participación como garante de la escuela pública.

“Este escenario obliga a resistir y plantear un modelo alternativo que rescate la escuela pública.

Es  innegable que el modelo privatizador de la escuela mexicana ha ido avanzando, y estamos ante el riesgo de perder el sentido colectivo y libertario de la educación.

Con información de Laura Poy Solano. “Peligra la escuela pública, alerta el investigador César Navarro” en La Jornada. 7 de abril de 2013, p. 11

domingo, 7 de abril de 2013

UNA EXPLICACION HISTORICA DEL ACTUAL CONFLICTO MAGISTERIAL PARA EVITAR LA IMPOSICIÓN DE LA REFORMA EDUCTIVA



En México hay una progresiva y paulatina entrega de la conducción de la educación al sector privado, el cual ahora tiene una injerencia que nunca tuvo el SNTE, señala el investigador Hugo Aboites Aguilar.

El  origen del actual conflicto se inicia en 1979 por la democracia sindical cuando surge la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). La democracia y el salario fueron los dos ejes fundamentales de la movilización magisterial y así comenzó a darse una separación de la visión oficial respecto de la educación.

Esta separación se agravó en los años 80 y 90, cuando empieza a llegar la onda neoliberal y cambia radicalmente el sentido de la educación mexicana, que había sido popular, crítica, científica y nacionalista, a una visión como la conocemos ahora: tecnocrática, orientada a la mercantilización y la privatización. Una educación para formar capital humano.

Esta separación se ha venido agrandando, de tal manera que en 2008 los maestros comienzan a plantear otra visión de la educación, ya no sólo referente a lo laboral. Con la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE) empieza una etapa nueva porque los maestros hacen propuestas desde las secciones mismas. Y esta división es radicalmente profunda con la modificación constitucional, algo que no habíamos visto en 30 años.

En la década de los 30 y 40 del siglo XX había congresos muy importantes en los que se discutían las líneas generales. Incluso en el porfiriato había una participación magisterial muy importante, misma que ya no se respeta. Ahora los profesores son considerados como empleados, meros operadores de planes de estudio que tienen que acatar órdenes, ya no son catalogados como profesionistas. Eso va en contra de la dignidad del magisterio mismo. La evaluación que se plantea los obliga a ceñirse a Enlace y Pisa. En ese sentido, han perdido autonomía profesional.

Otro aspecto de la reforma educativa al que se oponen los maestros es la cuestión laboral, porque los declara en estado de excepción al decir que se va a reglamentar el ingreso, promoción, reconocimiento y permanencia en una ley general de educación, algo que no corresponde al artículo tercero especificar, porque es materia del artículo 123.

Ahora se observa con mayor frecuencia la participación de organismos empresariales, como la Coparmex, en la discusión y diseño de la política educativa. Es la culminación de otro proceso, que comenzó en 1988, cuando el Instituto de Proposiciones Estratégicas del Sector Privado planteó una propuesta de agenda de cambios que deberían realizarse, y en el sexenio de Salinas de Gortari estos cambios, como la descentralización y la reforma al tercero constitucional, se llevaron a cabo. En 1990 se firma un acuerdo mediante el cual el sector privado podrá dirigir instituciones públicas que son llamadas universidades tecnológicas. En 1994 se abre la puerta a la inversión privada en educación con el Tratado de Libre Comercio.

En 1996 México se incorpora a la OCDE, representante de los intereses empresariales a escala mundial, la cual hace una evaluación y una serie de recomendaciones obligatorias al gobierno mexicano. En 2000 Vicente Fox lanza el Compromiso por la Calidad e invita a participar a Televisa y a otros sectores privados, incluyendo a la Asociación de Padres de Familia, de corte derechista. En el sexenio de Felipe Calderón se crean los créditos para que los estudiantes mexicanos puedan pagar las colegiaturas de las escuelas privadas, créditos con recursos públicos.

Con información de Arturo Jiménez. “Progresiva entrega del liderazgo educativo a la IP: Hugo Aboites” en La Jornada. 7 de abril de 2013, p. 10.